"El apoyo del sector privado a jóvenes investigadores puede y debe aportarle nuevas ideas"
1.- Para empezar esta entrevista, nos gustaría conocer cómo nació su vocación científica ¿Cuándo y por qué decidió que quería ser científico? Desde que era muy pequeña siempre me habían atraído todos las cosas relacionadas con el cuerpo humano y sus enfermedades, me parecía una 'máquina brillante' que se ponía en marcha para resolver situaciones patológicas mediante diversos mecanismos. Decidí estudiar Biología y tuve claro desde el primer día que mi especialidad sería Biosanitaria. Durante el último año de formación universitaria empecé a trabajar en un laboratorio en la facultad de Química de la Universidad Complutense de Madrid. En aquel momento no tenía grandes posibilidades de financiación y surgió la posibilidad de incorporarme a la Unidad de Biología Molecular y Celular del Hospital Universitario de La Princesa, y tras tres años, me cambié al Centro Nacional de Biotecnología (CNB) del CSIC.Durante esta etapa predoctoral, tuve la oportunidad de interaccionar con grandes científicos que crearon en mí la ilusión y la pasión por la investigación y que me transmitieron la grandeza de la ciencia. Fue una etapa de gran entusiasmo, de dar respuesta a procesos biológicos y descubrir mecanismos celulares que hacen responder a la célula ante una determinada situación; pero a la vez muy dura porque empecé a aprender en qué consistía la investigación, para mí maravillosa, creativa, de un gran desarrollo personal, pero muy sacrificada y muchísimas veces con grandes decepciones. A medida que han pasado los años, cada vez disfruto más dedicándome a esto, me apasiona, me enriquece y de verdad ahora creo que es puramente vocacional y una carrera de fondo.
2.- ¿Cuál es su formación y trayectoria como investigador? ¿A qué instituciones ha estado vinculado hasta ahora? Me licencié en Biología en la Universidad Complutense de Madrid en 2001. Ese mismo año empecé a trabajar en la unidad de Biología Molecular y Celular del Hospital Universitario de La Princesa (Madrid), financiada por el Fondo de Investigaciones Sanitarias (FIS). Ahí aprendí técnicas de Biología Molecular y Celular. En 2004 me incorporé al departamento de Inmunología y Oncología, en el Centro Nacional de Biotecnología (CNB) del CSIC, donde realicé mi tesis doctoral. Tuve una beca de Formación de Personal Investigador. Durante la tesis aprendí distintas técnicas para identificar interacción entre proteínas, a manejar microscopios confocales, citometría de flujo, ensayos funcionales celulares, como adhesión en flujo y estática, migración celular, movilización de calcio intracelular, etc… Me doctoré en 2009 en Bioquímica, Biología Molecular y Biomedicina. Después de leer la tesis tuve la posibilidad de continuar en el mismo laboratorio, con contratos financiados por el FIS, pero ejerciendo de posdoc y dirigiendo una tesis doctoral. Desde septiembre de 2015, soy investigadora ComFuturo.
3.- ¿Qué le impulsó a presentar su solicitud al Programa ComFuturo? ¿Qué características diferenciales de este Programa le atrajeron a ello? En mi caso en concreto y por motivos personales, no he querido irme al extranjero a realizar mi etapa posdoctoral. Después de leer la tesis tampoco cambié de laboratorio, porque donde estaba había posibilidades, en cuanto a financiación se refiere, de continuar con los proyectos a los que había dedicado tanto esfuerzo y trabajo, y no lo dudé. El problema, al menos para mí, que existe actualmente para poder solicitar contratos posdoctorales y tener financiación propia, es que una de las condiciones necesarias es haber cambiado de laboratorio después de haber leído la tesis, donde una parte importante de la valoración de los contratos son las estancias en el extranjero. El programa ComFuturo, cuya iniciativa surge de la Fundación General del CSIC, me permitía solicitar un proyecto de investigación planteado a partir de los resultados obtenidos durante los últimos años de investigación y poder continuar con mi línea de trabajo. Supuso una oportunidad doble, primero por poder seguir trabajando en algo en lo que creo y fundamentalmente en lo que tengo experiencia, como son los cambios conformacionales de los receptores de quimioquinas y su implicación funcional en el célula, con una aplicación práctica en la enfermedades autoinmunes y, por otra parte, un contrato durante tres años y con una financiación para material fungible de 10.000 euros anuales.
4.- ¿En qué líneas de investigación está trabajando con la ayuda ComFuturo en el CSIC y qué resultados concretos espera alcanzar? La línea de investigación en la que trabajo tiene aplicación sobre las enfermedades inflamatorias autoinmunes, en concreto en la artritis reumatoide (AR). Lo que pretendemos con este proyecto en primer lugar, es establecer una nueva diana sobre la que generar nuevas herramientas terapéuticas que mejoren la calidad de vida de los pacientes con artritis reumatoide. Esta nueva diana se centra en los receptores que dirigen el movimiento celular (receptores de quimioquinas) y en su modulación. Estos receptores promueven la llegada de células del sistema inmunológico a la cavidad articular, dando lugar a la inflamación característica de esta enfermedad. La AR es una enfermedad crónica, y parte de esta cronicidad está mediada por las células del sistema inmune que residen en la sinovia. Si conseguimos generar herramientas que bloquen estos receptores, bloquearemos la llegada masiva de estas células a la cavidad articular, mejorando la inflamación y las lesiones que se van produciendo a medio y largo plazo. Si mejoramos la inflamación articular, mejorarán por tanto las manifestaciones más típicas de esta enfermedad como son la rigidez, la tumefacción y el dolor, mejorando la calidad de vida de estos pacientes.
5.- ¿Qué utilidad económica y social tiene su proyecto? ¿Cómo va a beneficiarse la sociedad de los resultados que obtenga? Si conseguimos obtener la herramienta que proponemos, el siguiente paso sería realizar los ensayos clínicos pertinentes para que esta herramienta pudiera ser comercializada y utilizada en el hombre. Por supuesto esto tendría una gran repercusión social, ya que esta patología es una de las enfermedades autoinmunes más comunes en los países desarrollados con una prevalencia del 0,3-1,2%. Es una enfermedad crónica, con una serie de complicaciones añadidas asociadas a la enfermedad, donde los pacientes presentan una elevada discapacidad física, con la consiguiente pérdida de calidad de vida y reducción de esperanza vital, lo que supone un gran problema económico y social. Además, los resultados de este proyecto se podrían aplicar a otras enfermedades, como son la infección por el VIH-1, el síndrome de WHIM, la metástasis tumoral y el lupus eritematoso sistémico, entre otras.
6.- ¿Considera que está, como joven investigador, en un momento especialmente creativo de su carrera investigadora y qué destacaría de su momento vital como científico? Desde luego que sí. Esta es la etapa de mi carrera científica donde tengo la experiencia suficiente y capacidad como para pensar estrategias innovadoras que sean aplicables. Sin duda esto permite avanzar con mayor celeridad en los proyectos y ser más productivo.
7.- ¿Qué cualidades crees que debe tener un buen investigador? Yo diría que es una profesión realmente vocacional, que además requiere una gran constancia, tener las ideas muy claras y saber cómo abordarlas. Es muy importante también colaborar con expertos en otros campos, que utilicen tecnologías punteras para poder dar la mejor respuesta a las preguntas biológicas que te plantees.
8.- ¿Qué mensaje lanzaría a las empresas para animarles a apostar por la investigación y el talento joven a través de un programa de responsabilidad social como este? Para personas como yo, con vocación, que quieren dedicarse a la investigación en su país, haciendo ciencia de calidad, es fundamental que empresas españolas apuesten por el talento joven, para que podamos desarrollar nuestros proyectos con una cierta estabilidad, en un país que ha invertido tanto tiempo y dinero en formarnos. El apoyo a jóvenes investigadores también puede y debe aportar al sector privado nuevas ideas y, en definitiva, otras alternativas. Por otra parte, para que las herramientas que sean generadas puedan llegar a comercializarse es necesaria la ayuda de un promotor, que sin duda pasa por la apuesta de las grandes empresas españolas.