Siempre le gustaron los problemas de lógica -resolverlos y razonarlos- y desde niño sintió curiosidad por comprender el funcionamiento del mundo, una combinación de inquietudes que llevó a Miguel Romera a estudiar Física, donde entra en contacto con el método científico, del que le atrajo la mezcla de creatividad y rigor.
La intuición le dijo que se lanzara a la carrera investigadora y no se equivocó. “Durante la elaboración de la tesis doctoral me encontré con experiencias cada vez más enriquecedoras: la publicación del primer artículo, la primera charla en un congreso internacional, los primeros experimentos en una gran instalación científica…”. Una enumeración en la que Romera destaca el impacto de las estancias internacionales.
En plena recesión económica, concluye la tesis y decide irse fuera. Realiza dos estancias postdoctorales en Francia. “Sin estas experiencias es probable que no estuviera ejerciendo actualmente”. Ahora, cinco años después vuelve a España gracias a la segunda edición de ComFuturo, el programa de la Fundación General CSIC que apoya durante tres años a 14 jóvenes investigadores. Una colaboración público-privada (también están involucrados Banco Santader, Naturgy, Acerinox, Fundación Cepsa, Fundación Domingo Martínez o Suez) de la que el investigador destaca la oportunidad que le brinda para liderar un proyecto propio, en su caso en el Instituto de Micro y Nanotecnología del CSIC, en Madrid.