‘Sensores másicos para la detección de agentes de guerra química y biológica’. No, no es parte del guión de un disaster film, sino el nombre del trabajo con el que Daniel Matatagui obtuvo en 2012 el título de doctor cum laude por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Licenciado en Física por la propia UAM, donde también realizó el máster en Materiales Avanzados y Nanotecnologías, Matatagui desarrolló su doctorado en el Instituto de Física Aplicada (IFA) del CSIC.
En 2013, una beca postdoctoral le lleva hasta el Centro de Ciencias Aplicadas y Desarrollo Tecnológico de la Universidad Nacional Autónoma de México donde, dos años más tarde, se establece como investigador. En septiembre del pasado año volvió a España entre los seleccionados por el programa ComFuturo, gracias al que está desarrollando el proyecto ‘Nuevos microsistemas analíticos basados en nanoestructuras magnéticas para la detección de tóxicos ambientales’, dentro del Instituto de Tecnologías Físicas y de las Información Leonardo Torres Quevedo (ITEFI), también del CSIC.
Muchas de las especies químicas que se encuentran en la atmósfera de las poblaciones o alrededor de industrias tienen efectos secundarios en humanos –“en ocasiones en forma de enfermedades irreversibles”- y en el medio ambiente. Un hecho asumido por todos cuyo estudio Matatagui quiere llevar a un nivel superior gracias a la investigación que lidera en la actualidad dentro del Grupo de Tecnología de Sensores Avanzados (SENSAVAN) del citado ITEFI.