La carrera de Eduardo Gil como científico experimental comenzó hace más de una década en el Instituto de Microelectrónica del CSIC en Madrid (hoy Instituto de Micro y Nanotecnología, IMN). Doctor en Física por la Universidad Autónoma de Madrid en 2012 con calificación cum laude, su tesis trataba sobre el desarrollo de sensores micro y nanomecánicos. Ha pasado por la Universidad Técnica de Dinamarca o por el labortorio de Materiales y Fenómenos Cuánticos de la Universidad París Diderot. En 2016 volvió al IMN, donde desde el 1 de febrero de 2019 ‘ejerce’ de investigador ComFuturo en el laboratorio de Bionanomacánica.
Su línea de trabajo tiene altas dosis de innovación y ciencia, pero también de compromiso social. “Las enfermedades infecciosas son la principal causa de muerte en el mundo (el 25 %), y las cifras se duplican en los países subdesarrollados”, explica Eduardo Gil para argumentar la necesidad imperiosa de lograr dispositivos capaces de caracterizar e identificar patógenos –virus y bacterias- “con una precisión sin precedentes”.
Para ello está desarrollando biosensores basados en resonadores optomecánicos. Son dispositivos que presentan propiedades ópticas y mecánicas excepcionales. “Actualmente, las técnicas para identificar a los culpables de las infecciones se prolongan durante días e incluso semanas. Por lo general, los protocolos de actuación en los hospitales consisten en aplicar antibióticos genéricos mientras se obtienen resultados acerca de qué patógenos las provocan”, explica el investigador Comfuturo.
Según Gil, estos tratamientos no siempre detienen la infección, “incluso pueden empeorarla”, y es vital más velocidad y efectividad. “Los nuevos dispositivos también ayudarán a desarrollar mejores fármacos”. ComFuturo contribuirá a que el proceso concluya con éxito. “Además de la financiación actual, el programa favorecerá que el proyecto tenga una mayor visibilidad, lo que aumenta la posibilidad de financiación futura”.