“Si no somos capaces de transmitir desde que los jóvenes son casi niños, el valor de la investigación difícilmente se va a apreciar más adelante”, ha asegurado el coordinador de Programas y Estrategias de la Fundación General CSIC, José Luis de Miguel Antón, director del encuentro Responsabilidad social, investigación y empresa que se ha celebrado en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.
“En la sociedad que tenemos montada, el dinero marca muchas señales y lo que hemos concluido en este encuentro es que mientras el investigador de empresa cobre mucho menos que el economista o el abogado, será difícil atraer vocaciones y transmitir a la sociedad que la investigación es útil”, ha señalado. Quizás este cambio en la mentalidad serviría para que muchas empresas comiencen a invertir en investigación, ya que, como ha explicado, en España y en la mayoría de los países de Europa existe un déficit.
“El concepto de investigación es muy genérico y las empresas reclaman que seamos capaces de expresar proyectos más concretos, vinculados a sus negocios y a satisfacer las necesidades de sus clientes”, ha declarado. Por eso, en este encuentro se ha reflexionado para que en un futuro se puedan programar “proyectos que sean atractivos para que la empresa privada los pueda hacer suyos”. De igual modo, el coordinador de Programas y Estrategias de la Fundación General CSIC ha reiterado la importancia de tener una investigación potente en las empresas: “El Estado y la sociedad española pueden movilizar ese apoyo a la innovación de las empresas no solo con subvenciones, sino alineando la actividad de un organismo como el CSIC y la de las universidades con las propias necesidades de las empresas”.
Uno de los temas que más se ha repetido durante el encuentro es la necesidad de colaboración entre el sector público y el privado, a la que De Miguel también se ha referido: “Hay que incrementar esa colaboración y elevarla a un nivel de compromiso, porque el nivel de los retos que aborda la sociedad actual es tan grande y el papel que puede y debe tener la investigación e innovación es tan relevante, que se tiene que hacer de forma conjunta desde todos los estamentos de la sociedad”.
El encuentro
La segunda jornada, titulada "De la Filantropía a la Innovación Social: ¿Es posible hablar de I+D+i social?”, se ha dedicado a reflexionar sobre la reciente aparición de un mercado conocido como de “Impacto Social”, en torno al cual se congregan negocios con impacto social, e inversores que buscan generar un cambio social o ambiental junto con un retorno financiero de su inversión. A diferencia de las empresas tradicionales, las nuevas empresas se basan en un modelo de negocio que tiene la consecución de objetivos sociales en su core, buscando retornos para sus accionistas con criterios diferentes a los de la economía de mercado tradicional; compensan menores tasas de retorno económico, con un mayor impacto social. Importantes agentes de este nuevo mercado, bajo la moderación de Sofía Fernández de Mesa, directora de Innovación Sostenible de Telefónica, nos han aproximado a sus fundamentos y realidades, y nos han ayudado a evaluar el potencial de un nuevo concepto, la “I+D+i social”. Lidia del Pozo, directora de Community Investment Programs del BBVA, ha abordado el impacto de la innovación social en la gran empresa, mostrando casos prácticos de implantación de este enfoque en sus compañías, resaltando los retos, logros y lecciones aprendidas. Se ha debatido sobre los retos organizativos y de cultura empresarial que condicionan el éxito de la innovación, y analizado las condiciones necesarias para la incorporación del objetivo de impacto social y/o medioambiental en los procesos de innovación de las empresas y cómo esta incorporación puede afectar la agenda del “director de innovación”. Finalmente, Mercedes Valcárcel, Patrono de la fundación Isis capital, abordó los aspectos relacionados con medición del impacto social, tanto la parte técnica como la relación que supone con los distintos actores: administración, financiadores públicos y privados, universidades y centros de investigación y sector social. Fotografía: UIMP/ Pablo Hojas.